El Pacto Histórico fue la segunda fuerza electoral en las elecciones a Cámara de Representantes en el departamento del Tolima. Hace un año, cerca de 75 mil votos respaldaron a la coalición de partidos de izquierda (Polo, Colombia Humana, MAIS) y la Alianza Verde, muy por encima de partidos tradicionales como Cambio Radical, el Partido de la U, el Partido Liberal y el Centro Democrático.
Sin embargo, al sol de hoy, el Pacto enfrenta una crisis política, pues no tiene claridad y mucho menos unidad en torno a las candidaturas a la Alcaldía de Ibagué y a la Gobernación. Como quien dice: matamos el tigre y nos asustamos con el cuero.
En cuanto a la Alcaldía de Ibagué el panorama no es tan desalentador, pues hay tres precandidatos jóvenes que pueden recoger a los sectores alternativos, de izquierda y de centro: Marco Emilio Hincapié, quien tendría el apoyo de partidos del Pacto Histórico; Renzo García, con el aval de la Alianza Verde, y Camilo Delgado con el Partido Liberal. El problema es que hasta el momento los ánimos de unidad no han trascendido del escenario de las redes sociales, y a la fecha no hay certeza alguna sobre los ejes programáticos del tan anhelado acuerdo político y menos sobre el tejemaneje procedimental para elegir a un candidato único.
De no alcanzar la unidad muy posiblemente estaríamos de nuevo ante el escenario electoral que ya protagonizaron Girón, Zárrate y el mismo Delgado hace cuatro años. Un nuevo infantilismo que, de nuevo, le puede dejar servida la alcaldía a la clase política tradicional, hoy representada en la candidatura de Jorge Bolívar.
El panorama para la Gobernación es aún más difícil, primero porque no hay una candidatura “propias tropas” que parezca electoralmente viable, y segundo, porque el candidato liberal que se consideraba más cercano al Pacto Histórico, ha priorizado el lobby al Centro Democrático y a Cambio Radical. Cada vez se hace más evidente que Mauricio Jaramillo considera fundamental la bendición de Álvaro Uribe y Germán Vargas Lleras para su aspiración a la Gobernación, de modo que quien en los cálculos sería el candidato del Pacto, será también el de los sectores de oposición al presidente Petro y a las actuales reformas de gobierno.
Es muy difícil, por no decir imposible, que las bases del Pacto Histórico apoyen a un candidato avalado por el Centro Democrático y Cambio Radical, pero que además representa a los sectores más complacientes de un partido que sigue capturado por César Gaviria.
¿Cómo puede una candidatura que triangula las fuerzas del antipetrismo y de las contrarreformas al cambio (Uribe, Gaviria y Vargas Lleras), ser al mismo tiempo la “ficha” del Pacto?
Paradójicamente la incoherencia y distancia ideológica sería menor para el Pacto Histórico incluso apoyando candidaturas que parecían tan distantes como la de Adriana Magaly Matiz o Yuly Porras, ambas de partidos declarados de gobierno: el Partido de la U y el Partido Conservador, que entre otras cosas acaban de salvar el proyecto de reforma a la salud.
Finalmente, y con ánimo de dejar abierto el debate, tampoco es sencillo el panorama para el Pacto Histórico de cara al diseño y consolidación de las listas a Asamblea y Concejo de Ibagué. El dilema de las listas abiertas y de las listas cerradas y en cremallera, así como la relación tirante con sectores como la Alianza Verde, sumado a candidatos a Gobernación y Alcaldía que tendrían sus propias listas, son elementos para pensar que la consolidación del Pacto Histórico en las regiones puede convertirse en un proyecto frustrado.
Por: Camilo Andrés Padilla Zapata
Comunicador Social - Periodista