No es misoginia, ni machismo, que la sociedad cuestione la idoneidad de una servidora pública, sobre la que reposan responsabilidades tan importantes como el futuro energético de la nación.
No es misoginia, ni machismo, que la sociedad cuestione la idoneidad de una servidora pública, sobre la que reposan responsabilidades tan importantes como el futuro energético de la nación.