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"Ricardo (Orozco) ustedes van a matar a mi hermano": José Barreto

julio 28, 2021
Familia, ambiciones y poder parecerían ser el entramado perfecto para construir historias de ficción. Sin embargo, son también los componentes que rodean la versión no contada del final abrupto de una campaña a la Alcaldía de Ibagué, donde la política terminó sacando el lado más oscuro y menos humano del "clan" que hoy controla las principales instituciones gubernamentales de la región.
José Barreto, excandidato a la Alcaldía de Ibagué, habló por primera vez sobre las motivaciones reales que le llevaron a deponer su aspiración.

Era la noche del jueves 17 de octubre de 2019. Restaban apenas nueve días para las elecciones de autoridades locales y lo que era un rumor creciente en los mentideros políticos y la prensa terminó confirmándose.

El empresario José Barreto, uno de los más opcionados aspirantes para llegar a la Alcaldía de Ibagué, dimitía sorpresivamente en una escueta comunicación en la que exponía razones de carácter personal "que me impiden continuar con esta aspiración, e incluso con la posibilidad de ejercer el cargo como alcalde en caso de ser elegido"

Lo que vino las 24 horas siguientes al anuncio fue todavía más desconcertante para muchos ciudadanos y seguidores de la campaña.

El que apenas un día atrás era su candidato, el mismo que expresaba públicamente la inconveniencia de que Andrés Fabián Hurtado llegara a la gerencia de la ciudad, posaba frente a las lentes de reporteros gráficos y camarógrafos, adhiriendo a la propuesta del 'hombre de las obras' .

Muchos atinaron a una estratagema que se venía fraguando desde la familia Barreto, pues aunque el gamonal de la casa, Óscar, no había ahorrado en el pasado vituperios para marcar el distanciamiento de su primo, prevalecía la creencia de que familia es familia.

Sin embargo, había algo que incomodaba a José Barreto en esa, una de sus últimas apariciones públicas en el ring de la política local. Así se evidenciaba en la expresión de su rostro como lo testimonian las capturas fotográficas del evento.

Era como si las palabras fueran por un lado, siguiendo un libreto y su kinésica pidiera a gritos contar la verdad que por primera vez revela, ahora ContraPeso.

Se creció el enano

La aspiración de José Barreto subestimada por el ala opuesta del barretismo adquirió una connotación inesperada con el paso de los meses.

Las encuestas empezaron a decantar el escenario y mostrar una tendencia. Mientras algunos de los candidatos que representaban las maquinarias confrontaban duramente entre sí, José Barreto en un trabajo de filigrana política, barrio a barrio, conquistaba seguidores, lo que despertó la inquietud de otros aspirantes ( para el momento con menos posibilidades de llegar), que incluso hacían acercamientos en procura de dar el empujón final que asegurara la victoria.

Para el 15 de octubre las encuestas mostraban este panorama sobre el futuro de la Alcaldía de Ibagué.

El nerviosismo no tardó en alojarse en la chipa barretista y especialmente en el círculo más cercano a Óscar, aunque allí mismo hubiese voces disonantes que no vieran a Andrés Hurtado con perfil de Alcalde.

Entonces, como as bajo la manga, afloró la cuestionable estrategia del todo vale, ideas maquiavélicas de personajes con protagonismo y burocracia de alto nivel en esa estructura.

Si el candidato no tenía costillas quebrantables había que buscar un flanco débil, un talón de Aquiles donde las flechas envenenadas resultaran infalibles.

Y la mira fue puesta en su sangre, su hermano Miguel Ángel.

Persecución

La arremetida y las presiones se habrían hecho sentir sin consideración alguna. El asedio desestabilizador a los propósitos mismos del senador y su carrera recibieron la escalada de la artillería pesada del barretismo.

Sin embargo, Miguel Ángel guardó silencio ante su hermano, no queriendo desconcentrarlo en su carrera por la Alcaldía.

Quien sí experimentaba casi en carne propia las angustias del momento era Claudia Bonilla, la esposa de Miguel. Noches de insomnio y un deterioro creciente en la salud del congresista, al punto que en muy poco tiempo perdió casi 15 kilogramos de peso.

Así cambió en muy poco tiempo el aspecto físico del senador Miguel Barreto. (Archivo/ContraPeso)

En el fondo José sabía que su hermano no estaba bien. Los limitados espacios en la agenda de campaña que permitían encuentros esporádicos fueron suficientes para notarlo.

Pero fue sólo una llamada de su cuñada siguiendo instrucciones de Miguel Ángel la que develó la gravedad del asunto.

En esa comunicación José supo del delicado cuadro de depresión y ansiedad que había llevado al senador a la hospitalización en una clínica especializada en Bogotá.

Estocada

El diagnóstico clínico advertía del grave riesgo de descompensación del sistema inmunológico que en esos casos expone al paciente a contraer fácilmente infecciones, virus o desarrollar patologías de difícil manejo médico ante la imposibilidad de tener una respuesta efectiva del organismo a través de su sistema de defensas.

Ahondando en las causas, José descubrió que el barretismo radical estaba detrás de este asunto, presiones que según su propio dicho ya se habían manifestado al interior de su grupo de trabajo, líderes y adeptos a su propuesta.

Los mensajes llegaban por intermedio de diferentes emisarios, el entonces secretario general de la Gobernación, Javier Triana, la representante a la Cámara, Adriana Magally Matiz y otros alfiles de Óscar.

En últimas, Miguel Ángel estaba acorralado entre la pared que representaba la aspiración de su hermano, el deseo humano de darle entero respaldo y la afilada daga del cacique político que exigía lealtad y disciplina entorno al nombre de un recién llegado, pero ungido con la bendición del "Altísimo" desde el décimo piso de la Gobernación.

Encrucijada

Menudo dilema: la familia o la política. Aparentemente fácil de resolver para quien está desprovisto de ambiciones, pero no de compromisos, de lazos de confianza y credibilidad en juego, activos difícilmente recuperables para un líder.

"Para que tengan tranquilidad y nosotros también frente a la salud de Miguel, lo más sano es que yo deponga mi aspiración. La única condición es que lo dejen tranquilo".

José Barreto en diálogo telefónico con Ricardo Orozco

Dar un paso al costado era inmolarse y adherir a Hurtado cavar la propia sepultura. Pero había que calcular los movimientos pensando esta vez en el equipo.

Sacrificar para asegurarle a muchas de estas personas una posibilidad a futuro, al menos así explica José el por qué no solamente retirarse en silencio si no acceder al acuerdo político que a posteriori no se cumplió, pues su gente terminó relegada y con una pírrica participación en la Administración

Una noche en vela acompasada por la melodia de los hermanos Zuleta, el acordeón y la garganta evocando a "Mi hermano y yo" fueron suficientes para tomar la decisión.

Apenas despuntó el sol, teléfono en mano José Barreto entró en contacto con el hoy gobernador del Tolima, para entonces candidato, Ricardo Orozco.

Fue él el primero en recibir la demoledora y corajuda sentencia, que debió ser música para sus oídos… "Ricardo ustedes van a matar a mi hermano, prefiero que se queden con esto, informe a sus padrinos.

"Para que tengan tranquilidad y nosotros también frente a la salud de Miguel, lo más sano es que yo deponga mi aspiración. La única condición es que lo dejen tranquilo".

Del otro lado de la línea hubo acuerdo absoluto.

¿Qué dijo el 'Jefe'?

ContraPeso está en capacidad de confirmar que Óscar Barreto también supo por instrucciones del propio Miguel Ángel sobre su hospitalización.

La respuesta fue fría, indiferente y si se quiere despectiva. Aunque había disponible una línea telefónica en la habitación, este prefirió no tomar nota de ella.

Aseguró que lo visitaría la siguiente semana cuando viajara a Bogotá a cumplir con otras citas. Esa visita nunca se dio, y tampoco hizo falta.

Bastó con el acompañamiento familiar y la cercanía del círculo más íntimo para que la salud del congresista Miguel Barreto se restableciera satisfactoriamente, lo que para José confirma que la decisión tomada, aunque de alto costo en lo político, era la correcta.

¿Por qué ahora?

"Perdona a tus enemigos, pero nunca olvides sus nombres".

Tardíamente o no, José Barreto dice que contarle a los ibaguereños su verdad, más que perseguir réditos de algún tipo, era una especie de deuda moral con quienes acompañaron desinteresadamente su nombre y hoy todavía se sienten defraudados o traicionados.

Afirma que su única aspiración ahora es recuperar a los amigos distanciados tras la fallida campaña, subraya que no alberga rencores u odios contra nadie, pero acaba lanzando una de esas frases que erizan la piel, acuñada al expresidente Jhon F. Keneddy y que a un editor le sería imperdonable dejar pasar buscando el cierre perfecto: "Perdona a tus enemigos, pero nunca olvides sus nombres."

Vea la entrevista completa aquí:

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